Es Jesús mismo quien nos llama "amigos" y nos ha enviado a evangelizar a todas las gentes (Mt 28,19). Es nuestra vocación: ser sus discípulos y a hacer discípulos para El. Discipulado y misión son interdependientes y complementarios : somos discípulos para la misión, realizamos la misión para ser fieles discípulos de Cristo. El Espíritu Santo es quien nos ilumina, fotalece y vivifica para la plena realización de esa misión.
Como lo presenta la carta encíclica Redemptoris Missio," la fe se fortalece dándola" ( RM 2). Pero para pasar a darla se requiere la animación misionera, la cual conlleva la información misionera, la formación misionera, la cooperación misionera y la promoción de las vocaciones misioneras ( cf. RM 83). La Iglesia declara que a esta animación y formación misionera se ha de dar la prioridad dentro de la pastoral diocesana y parroquial (RM 83). Es en comunidad eclesial en la que se crece y se comparte la fe, mediante el testimonio, el anuncio, la caridad y el diálogo evangelizador ( R M cap. V). O es misionera la comunidad...o no es cristiana, o somos misioneros...o no somos cristianos. De este conjunto de acciones y medios, llamado Pastoral misionera, somos responsables todos en la Iglesia, coordinados por los correspondientes organismos en cada nivel eclesial ( R M cap. VII).